Les voy a contar cómo fui el dueño de
una fortuna en joyas:
De muchacho trabajaba en un almacén
del barrio de La Recoleta cuando no existían los supermercados, me dedicaba a tomar pedidos en la zona donde estaban las casas de la gente adinerada que quedaba para el lado de la Av. Alcorta, como el almacén no tenía teléfono, cuando entregaba el pedido me hacían el otro o pasaba previamente en una bicicleta a retirar las listas, que luego preparaba en el almacén y llevaba en un triciclo de reparto para entregarlos y cobrarlos, la mayoría de los días volvía contento con algunas propinas que le daban al joven emigrante español y sobrino de los dueños del almacén, del trato que me daban mis tíos no voy a hablar. porque si alguna vez me maltrataron no era por ser malos, se habían embrutecido en la guerra civil allá en España, cuando fueron derrotados los fusilamientos estaban a la orden del día, pero pudieron huir hacia Cuba primero y después a la Argentina, suerte que no tuvieron mis pobres padres; volviendo al relato entre mis clientes y dije “mis” porque realmente eran míos los había conseguido por mi honestidad que fue la única herencia que recibí de mis padres en el poco tiempo que los pude disfrutar, pero antes que me ponga nostálgico les contare como logre una gran fortuna en alhajas que provinieron de mi mejor clienta, que fue la que más me apreciaba, digo “me arreciaba” porque ya hace muchas décadas que murió, y si de mí dependiera que hubiera podido vivir feliz aunque sea unos pocos años más le devolvería gustoso todas sus alhajas que me legó y volvería alegremente a trabajar con
la bicicleta y el triciclo de reparto en el almacén de mis tíos en el barrio de La Recoleta, llevando pedidos a “mis” clientes.
Día por medio llegaba a su casa que era un Petid Hotel, primero me recibía su chofer que se llamaba Ramón me llevaba a la cocina donde por lo general estaba su esposa que hacía de mucama y cocinera controlaba el pedido, y siempre en el fondo de la canasta llevaba algún libro que retiraba o devolvía por orden de la señora en la Biblioteca Nacional que quedaba en la calle Agüero, luego me llevaba frente a su patrona para que me pagara, por lo general estaba leyendo o escribiendo, era una mujer hermosa a pesar de su avanzada edad, y su bondad le brotaba por los poros como comúnmente se dice, antes de hacerme sentar afectuosamente me preguntaba si podía quedarme un poco para que confeccionáramos las listas y pagarme, como yo sabía que mi visita duraban por lo menos media hora, adelantaba las entregas para poderme quedar a charlar, luego me daba por lo general dos listas una para el almacén y otra para devolver algunos libros o para que le trajera otros de la biblioteca, jamás me dio propina, no porque fuera tacaña, sino porque creo, pensaría que si yo le hacia algún mandado lo hacía porque la estimaba y a su vez me demostraba su estima regalándome algún libro, que a medida que lo leía me hacía alguna observación para que lo entendiera mejor, siempre sospeche que ella sabia , aunque yo jamás lo comenté, ni ella me lo preguntó que mis padres habían pertenecido a la guerrilla contra la dictadura, pienso que intuía que había traído de la guerra civil toda las desdichas que deja cualquier guerra, su trato realmente me cambio la vida y empecé a pensar que además de tiranos había en la tierra distinto seres humanos con los que valía la pena compartir una amistad, los domingos que era mi día de descanso me invitaba a que la acompañara a hacer en el coche que manejaba Pedro, una recorrida de solidaridad, primero a la Basílica de Nuestra Señora del Pilar donde después de la misa, interactuaba por lo menos una hora con las monjas para organizar sus donaciones y se preocuparse por la salud de todos los huérfanos que besaba y conocía a todos por sus nombres, que recibían de sus manos siempre algún regalo luego, Pedro nos llevaba al Cementerio donde tenía en la misma bóveda a su único hijo, a su esposo y algunos familiares de los que me contaba como habían sido sus vidas, luego me llevaba a almorzar al Hotel Plaza Torcuato de Alvear, donde entraba con un joven humildemente vestido y del que jamás se avergonzó y que presentaba a sus amistades como un joven amigo, luego antes de regresar a su casa hacia pasar a Ramón por el almacén donde me despedía con un beso, que yo siempre creí se lo daba a su hijo que había muerto tan joven.
Antes de emprender un viaje por Europa me pregunto si quería mandar una misiva o algo a algún pariente, porque pasaría por Toledo, sabiendo que era oriundo de ahí por algún comentario que yo le había hecho, le revelé que Toledo era para mí una caja vacía y que no me quedaba familiares vivos en toda España, que ni siquiera sabía dónde descansaban los restos de mis padres.
Cuando volvió de Europa pase por su casa me recibió Pedro muy sorprendido de verme y le conté que iba a llevarle a la señora, unos libros que había encargado en una librería antes de su partida y que habíamos quedado que se los llevara a su regreso, esa fue la última vez que la vi “viva”
Cuando entré en la sala acompañado por Pedro con mi canasta con los libros vi la señora Gloria que así se llamaba la mujer de Pedro limpiando en un rincón y Pedro se quedó arreglando una ventana, noté a la señora muy preocupada y cuando Pedro llamó a su esposa para que lo ayudara a bajar un postigo, rápidamente me puso en la canasta una caja tapándola con cuatro libros y me susurró que no vieran que me llevaba la caja sus sirvientes, que si ella no me la pedía me la podía quedar como si fuera un regalo, por primera vez me despidió rápidamente y me dijo que volviera al otro día, salí ocultando la caja y la guarde en mi habitación, cuando volví al otro día, Pedro me comunico que la patrona se había ausentado nuevamente para Europa, pero que pasara que me iba a hacer un pedido y que entrara también la bicicleta, todo me pareció muy extraño y mi dudas se confirmaron cuando apenas entre y vi el gran desorden que reinaba en la casa todo tirado por el suelo y ya con la puerta cerrada a mis espaldas me di cuenta que mi vida estaba en peligro, con un empujón me forzó a entrar en la sala y me asió fuertemente de cuello vi la sala también dada vuelta de arriba abajo y en un costado ensangrentada mi mejor clienta, evidentemente muerta, la primera pregunta que me hizo, desaforadamente Gloria fue donde escondiste las joyas de “la vieja” al escuchar la forma despectiva que dijo “la vieja” supe que con esas palabras había sellado mis labios y que la caja que me había dado en custodia mi mejor amiga jamás estaría en las manos de esos dos enloquecidos así me mataran, esas joyas que para mí no valían nadan, había sido el motivo que los llevo a matarla, los animales solo matan para poder comer, cuando los acorralan, los quieren matar o privar de su libertad, solo algunos seres humanos matan por codicia y ante esas dos alimañas me tuve que enfrentar.
“Otro día les contare como salí vivo de España y del Pedid Hotel, de mi mejor clienta”
¡AAA! ¡Me olvidaba! de decirles, que además de dejarme como herencia la honestidad mis padres, me habían dado un cuchillo de acero TOLEDANO con su empuñadura de asta de siervo que mi padre fabricó para mí y me lo dio para que me pudiera defender cuando me llevaron a la guerrilla porque ya no les quedaba familiares vivos donde dejarme y con mis once años recién cumplidos fui muy diestro en el manejo de ese cuchillo y cuando a mis padres los fusilaron, gracias al cuchillo pude salir vivo de España y me lo lleve como herencia junto con la honestidad y que siempre lo llevé encima, para desdicha de los esbirros del caudillo llamado “General franco” y de Gloria y Ramón que al lado de los secuaces del General Franco solo fueron para mí, como dos tiernas palomitas que yo casaba para poder comer algo en los bosque, y que probaron como Gloria y Ramón el filo del mejor acero TOLEDANO que mi padre forjó y que me dejó de herencia para que me pudiera defender cuando me quisieran quitar la vida o la libertad.
Fin
Alfredo Rebizzo Hernando
5 de mayo de 2014, Escobar provincia de Bs.As.
Nota publicada en el diario La Nación.
En un Petid Hotel del barrio de La Recoleta la policía alertada por los vecinos que no veían ningún movimiento en la casa desde hacía varias semanas, al entrar encontraron la casa en total desorden evidentemente se habían llevado joyas y objetos de gran valor, encontrando en la sala principal tres cadáveres, la dueña de casa muerta a raíz de brutales torturas y sus dos sirvientes un matrimonio joven degollados, hasta el momento no hay ninguna pista de los que cometieron semejante acto de vandalismo.