jueves, 23 de enero de 2020





  
Dialogo del periodista indio, Ashanti Varty, con el Dr.Rotna Nadar, del libro "Ojo por Ojo y el mundo acabará ciego" (Traducción del hindi) (Parte del relato cruzando el Sahara).




Cuando tuve que cruzar una parte del desierto del Sahara, me comuniqué con Bahiir Yapur un súbito muy confiable de mi amigo el Príncipe Talud Hakme, de sus consejos dependía mi vida y preste atentamente de sus buenos consejos para emprender semejante aventura, eligió dos dromedarios que a simple vista parecían los más viejos y enclenques, cuando se lo hice saber, Bahir Yapur me contestó que dichos camellos habían hecho con éxito varias veces esa travesía, el carácter de supervivencia estaba completamente certificada, me comentó que el desierto tiene en su parte media una gran depresión como si fuera una gran palangana y al no tener ninguna referencia de día, y la imposibilidad de viajar de noche y poderme guiar por las estrellas el gran frío nocturno y por no poder advertir los pozos de arena, que como gigantescos embudos traga todo lo que pasara por su lado, solo contaría con el sentido de orientación  de los camellos para llegar a destino, ninguna brújula sería eficaz en unos pocos lugares del planeta donde  las brújulas fracasan, quizás debido a algún yacimiento de hierro muy cerca de la superficie; me daría cuenta de mi llegada a dicha depresión , por un pequeño oasis, no debía contar con agua bebible por ser un oasis en franca decadencia y su vertiente era inestable, pero sus dátiles y pastos serían un alivio para los camellos y según su cantidad me podría quedar uno o dos días para emprender la etapa final.

Todo este relato es para que pueda entender lo que le contaré a continuación: al llegar al pequeño oasis se levantó una tormenta de arena que arrancó de cuajo una pequeña maleta donde llevaba un regalo del Príncipe Talud Hakme a su primo Kanvar, pasada la tormenta y buscando dicha maleta la encontré a una corta distancia cuando llegue me senté junto a ella haciendo un pequeño descanso para emprender el regreso al oasis, no sé cuánto tiempo estuve allí sentado, y entre en un sopor o una epifanía, que me alejo de la realidad, quizás por la inmensidad que me rodeaba y la toma de conciencia de lo insignificante de la vida de un humano, que en ese mismo instante dependía de dos viejos dromedarios y pensé en el predominio que ejercemos sobre otros animales salvajes o domesticados, sobre los insectos, o sobre las plantas, y recordé cuando estuve en el Tíbet y veía a simples campesinos al labrar sus tierras, con que cuidado protegían los gusanos o larvas al introducir con cuidado sus utensilios de labranza para no dañarlos, cuando les preguntaba por sus cuidados, todos me responden que valoraban la vida de un insecto como la vida humana, que el matar o mutilar cualquier vida trastocaría para mal la nuestra, y escuche por centésima vez, “Que el aleteo de una mariposa repercutirá de alguna manera en todo el orbe”, tantas civilizaciones tan distantes unas de otras, con un patrón tan justo y como todos se referían al aleteo de una mariposa para demostrar lo importante de cualquier vida por más insignificante que pareciera podrá cambiar para bien o para mal nuestras vidas; dialogando con uno de los hombres más asombrosos que conocí en Buenos Aires cuando llegué a la República Argentina por sugerencia del periodista francés Jules Huret, que en 1910 recorrió ese país y que relató en un magnífico libro, un territorio inmenso con todos los climas, las más grandes riquezas y lo enigmático de sus habitantes que está compuesto por un crisol de razas, y el personaje que conocí mucho años después valió la pena hacer el viaje, cuando le describí mi experiencia casi mística que experimenté en el medio del Sahara, dependiendo de dos dromedarios y le hice ver el parecido con un gran laberinto que es el desierto del Sahara, del que es fácil entrar pero muy difícil de salir sin ayuda de algún animal que creemos inferior o pedir misericordia a Cristo a Mahoma o al dios que quisiéramos o si fuéramos agnósticos suplicar por nuestra salvación, esa reflexión lo dejo perplejo y me pidió mi anuencia para usar la figura del desierto de Sahara como el más grande laberinto creado por la naturaleza en uno de sus cuentos, en el que se había quedado atollado por no encontrar la situación para continuar, nunca leí su cuento ni se si lo terminó, espero que le haya servido de inspiración; luego le comenté, de lo universalizado que esta la figura del aleteo de las alas de las mariposas, que según parece empezó en china,  para representar que la acción de cualquier ser por lo poco que lo valoremos puede ser vital para nosotros como yo con mis dos y viejos dromedarios, me esbozó un improvisado cuento en un rapto de inspiración que por su espontaneidad me asombró, como en solo unos instantes con solo dos mariposas, el grande hombre y gran escritor, que por lo poco que había leído de él antes de viajar a Buenos Aires me anime a visitarlo y  predije que algún día se encumbraría, el cuento que me relató era más o menos así: “Un joven se entretuvo solo un instante al cruzar una calle contemplando el aleteo de una hermosa mariposa, ese fugas instante fue lo que lo llevo a la muerte, se retrasó en cruzar, un auto que se desvía y lo embiste causándole la muerte, si no se hubiera retrasado esos dos o tres segundos contemplando la mariposa hubiera cruzado antes del desvió del automotor, del otro lado de la calle otro joven quedo paralizado al ver un joven proyectado por el aire atropellado por un auto, y horrorizado pensó que él no era víctima del accidente por que se había retrasado unos segundos para contemplar una hermosa mariposa de la que no pudo sacarle los ojos de encima”

El aleteo de una mariposa es solo la primera situación donde luego como una catarata de situaciones las consecuencias dan la vuelta al mundo, al morir atropellado el primer protagonista humano, y al sobrevivir el segundo, uno y otro producirán una cataratas de situaciones que son indescriptibles, los segundos protagonistas y quizás los más importantes son las dos mariposa, que con sus cortas vidas, son tan importantes o más que los mismos humanos.

 

Los budistas creen que todo está escrito y no hay nada que pueda hacer para cambiar sus destinos…………………


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