lunes, 2 de enero de 2023

Libro UNA PARABOLA

 UNA PARABOLA



Paco tiene 8 años desde hace más de un mes su hogar se convirtió el un desconcierto, el andar y venir de los parientes el prepara de los baúles donde irán las pertenencias de su madre y sus hermanos, dejar el hogar no es para Paco una novedad desde que se fue su padre hace mas de dos años siempre se hablo del viaje que haríran para radicarse en un campo cercano al de sus tíos que ya son estancieros y fueron los que entusiasmaron a su padre para migrar, lo que quisiera tener en América seria un pequeño cuarto como el que tiene aquí, esta sobre el granero y desde esa altura puede ver las tierras que labra su padre y como la tradición es que los pequeños latifundios quedan en las familias desde hace siglos sus tíos se encargaran de seguirlos cultivando, pero basta de divagar, el día de la partida ya llegó solo le falta despedirse de Gabriel su mejor amigo en todo el trayecto hasta su casa estuvo oyendo al padre de Gabriel tocando su acordeón sus acordes los escuchaba todos los domingos esa música llegaba hasta la ventana de su cuarto palidecida por la distancia y mesclada con los trinos de los pájaros los ladrido de los perros, el canto de algún gallo, el balar de las ovejas y cuando el teñir de las campanas de la pequeña iglesia se sumaban, formaban una gran orquesta, todavía por su corta edad no sabía que algún día esa música lo llevaría a conocer uno de los secretos de la vida, que realmente la vida tiene un principio y un fin lo del medio solo es un instante que pasará raudamente.
Pero no hablemos del viaje en el fondo de un buque con pasaje de tercera, no hablemos de los primeros años en un campo de la provincia de Santa Fe, no hablemos como pasaron los años, solo hablemos de cuando al cumplir 78 años, viudo y con varios hijos que ya se encargan que sus campos siguan produciendo y embarcado en un trasatlántico vuelve por primera vez a España y lo hace en primera, vestído sencillamente como siempre había vivido.
Hace 70 años cuando era un niño, fueron al mediterráneo para abordar el buque y lo habían hecho en tren, hoy en día todo esta entrecruzado por rutas afaltadas pero Paco prefirió el tren quería desandar el tiempo por donde había pasado y como cuando era un niño, llevaba poco equipaje y cuando llegó a la que había sido su casa, esta estaba totalmente cambiada, sus primos le quisieron agasajar y darle la mejor habitación, pero desde que había llegado no le podía sacar la vista a la pieza que estaba sobre un granero desde luego era su antiguo dotmitorio, donde tantas veces vio el cielo estrellado antes de cerrar los ojos, cuando les pidió a sus primos que los días que se quedara a dormir quería hacerlo en su antigua pieza, rápidamente la acondicionaron y todo fue muy sencillo, lo único que pidió fue una cama, una mesa y una silla, cuando se instaló se estarció con la vista de la campiña, volvio a ser aquel niño que pasaba la vida correteando por el prado, Paco en aquel tiempo no podia imaginar no estar en otra parte del mundo que no fuera en esa campiña, disfrutando del sol o la lluvia llevando a pastar las ovejas acompañado por su perro, "fiel" "fiel" por aquellos días tenia su misma edad; los que tuvimos la dicha de tener perros a nuestro lado les podriamos recriminar a Dios el de haberle dado tan pocos años de vida, con relacion a la nuestra, pero a pesar de los muchos perros que hubiéramos tenido muy difícilmente nos podríamos olvidar del primero.
 
Pero dejemos las nostalgias y volvamos a nuestro relato, era domingo y como en un sueño le llego como un susurro, una tenue melodía de un acordeón, pero percibió que no era la música alegre que escuchaba cuando niño esta música era muy distinta sin ser triste sonaba melancólica quizás le faltara, el trinar de algún pájaro, el ladrido de algún perro, el balar de alguna oveja, pero de repente escucho el repiquetear de las campañas de la pequeña iglesia, y como cuando era niño empezó a seguir el hilo de la melodía, cruzó la acequia que corría junto a la alameda y cuando llego frente al ejecutante, vio a un viejo un poco encorvado y con el cabello muy blanco era Gabriel que había dejando de tocar, mirándolo a los ojos, simplemente le dijo ¡PACO! en ese instante se vio como realmente era y que realmente la vida tiene un principio y un fin, lo del medio solo es un instante que nos pasará inadvertido. 


                             Alfredo Rebizzo Hernando          9/9/2014, Escobar.

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