lunes, 12 de septiembre de 2016

UNA PARÁBOLA




Paco tiene 8 años desde hace más de un mes su hogar se convirtió el un desconcierto, el andar y venir de los parientes el prepara de los baúles donde irán las pertenencias de su madre y sus hermanos, dejar el hogar no es para Paco una novedad desde que se fue su padre hace mas de dos años siempre se hablo del viaje que harían para radicarse en un campo cercano al de sus tíos que ya son estancieros en la República Argentina y fueron los que entusiasmaron a su padre para emigrar, lo que quisiera tener en América seria un pequeño cuarto como el que tiene aquí, esta sobre un granero y desde esa altura puede ver la campiña y las tierras que labraba su padre como la tradición que los pequeños latifundios quedan en las familias desde hace siglos sus tíos se encargaran de cultívalas; pero basta de divagar el día de la partida ya llegó, solo le falta despedirse de Gabriel su mejor amigo, era domingo y en todo el trayecto hasta su casa estuvo oyendo al padre de Gabriel tocando su acordeón, desde que era mucho más niño escucha los domingos esa música que llegaba hasta la ventana de su cuarto palidecida por la distancia y mezclada con los trinos de los pájaros,del ladrido de algún perro, el canto de algún gallo, el balar de las ovejas y cuando el teñir de las campanas de la pequeña iglesia llamaba a misa dominical, trasformaba en una gran orquesta, todavía por su corta edad no sabía que algún día esa música le haría conocer el secreto, de que la vida tiene un principio y un fin lo del medio solo es un instante que pasará inadvertido.
Pero no hablaremos del viaje en el fondo de un buque con pasaje de tercera, no hablaremos de los primeros años en un campo de la provincia de Santa Fe, no hablaremos como pasaron los años, pero podríamos hablar que al cumplir 78 años, estaba viudo y con varios hijos que ya se encargan que sus campos siguan produciendo y estaba embarcado en un trasatlántico de lujo, vuelve por primera vez a España y lo hacía en primera, y vestía sencillamente como siempre había vivido.
Hace 70 años cuando era un niño, fueron con su madre y sus hermanos al mediterráneo para abordar el buque y lo habían hecho en tren, hoy en día todo esta entrecruzado por rutas pero Paco prefirió el tren quería desandar el tiempo por donde había pasado, llevaba poco equipaje, cuando llegó a la que había sido su casa estaba totalmente cambiada, sus primos le quisieron agasajar y darle la mejor habitación, pero desde que había llegado no le podía sacar la vista a la pieza que estaba sobre el granero, desde luego era su antigua pieza donde tantas veces vio el cielo estrellado antes de serrar los ojos para dormir, cuando les pidió a sus primos que los días que se quedara a dormir quería hacerlo en su antigua pieza, rápidamente la acondicionaron y todo fue muy sencillo, lo único que pidió fue su antigua cama, su mesa y su silla.

Cuando se instaló se estarció con la vista de la campiña era domingo y como en un sueño le llego como un susurro, una tenue melodía de un acordeón, pero percibió que no era la música alegre que escuchaba cuando niño esta música era muy distinta sin ser triste sonaba melancólica quizás le faltara, el trinar de algún pájaro, el ladrido de algún perro, el balar de alguna oveja, de repente escucho el repiquetear de las campañas de la pequeña iglesia, y como cuando era niño empezó a seguir el hilo de la melodía cruzó la acequia que corría junto a la alameda y cuando llego frente al ejecutante, vio a un viejo un poco encorvado y con el cabello muy blanco, y se vio por primera vez no como se veía diariamente ante del espejo se vio como realmente era; Gabriel dejando de tocar y mirándolo a los ojos, simplemente le dijo ¡PACO!



               Alfredo Hernando          9/9/2014, Escobar.

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